El pasado 20 de enero estuvimos en la visita guiada inaugural de la nueva muestra (semi)permanente de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, (en)clave Masculino, junto a su curadora, Gloria Cortés. Esta nueva exhibición —que sucede a Arte en Chile: 3 Miradas del 2014— revisa el rol de la masculinidad en el arte y la historia a través de distintas facetas, dando una lectura actual de género al catálogo clásico del museo, con obras que van del siglo XVI a 1990, y ocupará las salas del segundo piso del edificio durante 2016.

La exposición se divide entre las dos alas del museo, y a su vez está subdividida entre 9 salas. Comienza en el Ala Sur, con Las Identidades Masculinas. Da inicio al recorrido la sala dedicada a la patrinealidad, destacando el rol del hombre como padre e imagen fuerte, y cómo esto define nuestra sociedad, tanto a nivel nuclear -la familia- como a nivel nacional y espiritual, desde Cristo a Bernardo O’Higgins, y la ausencia de él en Cristo Muerto (1892) de Jean Jacques Henner y Los huérfanos (1912) de Jerónimo Costa.

Imagen cortesía de Radio Bío-Bío Chile.

Imagen cortesía de DIBAM.

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Posteriormente, Gloria Cortés apunta hacia lo que probablemente da nombre a esta exposición: el arte chileno —en especial en el Museo Nacional de Bellas Artes— como un enclave exclusivamente masculino. En la sala del llamado Linaje Museal presenta retratos de exdirectores del Museo, como Camilo Mori y Juan Francisco González, interpelando la ausencia de mujeres: sólo el 11% de las obras de su colección fueron creadas por mujeres, mientras que sólo dos –Lily Garafulic (1974-1977) y Nena Ossa (1978-1990)- han llegado a ser directoras de la institución.
Sin embargo, luego viene el cuestionamiento de lo que significa esta masculinidad. En las salas El cuerpo masculino y El individuo inquietante, comienza a exaltarse el físico del hombre como objeto, el homoerotismo y lo queer. De acuerdo a la curadora, lo masculino se construía a partir de lo que no era —lo femenino y lo homosexual— pero esto comienza a cambiar durante el siglo XIX con el acceso de la mujer al trabajo, al encontrarse los espacios típicamente restringidos sólo para el hombre cada vez más invadidos por mujeres. El concepto de hombre fuerte y proveedor comienza a desestabilizarse y, a su vez, permite que el cuerpo masculino pueda ser explorado de forma sensual y homoerótica, comenzándose a estudiar el desnudo masculino de forma estética. Esto es revelado al contrastar dos pinturas de Pedro Lira, expuestas una junto a la otra: Sísifo (1893), con un hombre fuerte y vigoroso, y la nueva adquisición del museo, Prometeo Encadenado (1883), con un hombre más andrógino y privado de movimiento.

Imagen cortesía de DIBAM.

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En la sala contigua sigue el cuestionamiento al orden heteronormativo, junto a dos representaciones de San Sebastián —ícono desde el Renacimiento del homoerotismo, del deseo sensual, cuya tortura también da luces sobre el sadomasoquismo—, y a Las Dos Fridas del colectivo Las Yeguas del Apocalipsis. Gloria Cortés también rompe un mito sobre la imponente escultura que da la entrada al Museo: Unidos en la Gloria y la Muerte de Rebeca Matte, al contrario del pensamiento popular, no representa a los padre e hijo Ícaro y Dédalo del mito griego, sino que la caída de una pareja de compañeros en un texto del poeta Gabriele D’Anunzio, cabiéndole una representación homoerótica más que filial.

Imagen cortesía de DIBAM.

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Cierra el Ala Sur la sala Androginia y frontera, en donde se conjuga lo ambiguo a nivel sensual, con cuerpos que reúnen ambos símbolos —masculino y femenino— en uno solo, desde lo etéreo a lo terrenal y pecaminoso. Destacamos especialmente la pintura Tentaciones de San Antonio (1984) de Claudio Bravo, obra del gran hiperrealista nacional que vuelve a ser expuesta.


Imagen cortesía de DIBAM.

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En el Ala Norte, llamada Poder y Sumisión, podemos encontrar la creación de identidades a partir del dominio masculino, y cómo las realidades pasan a través de éste para configurarse. Acá se da una re-lectura a la obra El Huaso y la Lavandera (1835) de Rugendas, gran referente de la identidad nacional. En ella, la lavandera se encuentra arrodillada en el agua, lavando, cumpliendo sonriente con labores destinadas al género femenino, mientras que el huaso —el hombre— la observa desde la altura de su caballo.
Le sigue la sala del Ejercicio Voyeur, pintada de rojo y a la que se accede pasando por una cortina semi-levantada que de lejos permite observar lo que se expone en su interior. En ella, se estudia el desnudo femenino, clásica representación del cuerpo humano a través del arte del que las mismas mujeres se encontraban vetadas al ser esta enseñanza exclusiva para hombres. A través del arte se refuerza el poder del hombre sobre una mujer desnuda, a la que se le observa no sólo su desnudez sino que también su privacidad, al ser frecuentemente retratadas en instancias del baño.

Imagen cortesía de Radio Bío-Bío Chile.

Primer plano: Niña peinándose (1909), de Albert Bartholomé.
A la izquierda: Alsha, la Fille aux Fauves (c. 1900) de Paul-Michel Dupuy.
El recorrido finaliza con El muro de las violencias. En esta sala se retrata a la violencia como rasgo distintivo de la política masculina, sin que esto signifique que ésta sea exclusiva de los hombres. Es una violencia de géneros, tanto de hombres a mujeres como de mujeres a hombres, de padres a hijos y entre hermanos. Por ejemplo, en Sansón traicionado por Dalila (1873) de Cosme San Martín, Dalila castra simbólicamente a Sansón al cortarle su cabello —símbolo de su fuerza y, por ende, de su masculinidad—; y Orfeo atacado por las bacantes (1902) de Fernando Álvarez de Sotomayor retrata al héroe griego que es asesinado por las ninfas al rehusarse a mantener relaciones sexuales con ellas por respeto a la memoria de su amada muerta. Y a la inversa, en Niña con Juguete (1900) de Demetrio Reveco, la niña retratada es despojada de su femineidad al estar con su cabello cortado, y sufre la violencia del abandono.

Imagen cortesía de DIBAM.

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(en)clave Masculino, paradójicamente, resulta muy refrescante a la hora de recorrer el museo. Paradójicamente porque, a diferencia de su antecesora que se sustentaba principalmente sobre obras creadas durante los últimos cincuenta años, Gloria Cortés logra revitalizar el catálogo antiguo del Bellas Artes, dando una re-lectura innovadora con una temática tan vigente y en boga como lo es la de género, de forma sencilla y pedagógica al espectador. Es, sin duda, un gran acierto para este 2016.
Les recomendamos ir con tiempo, son más de cien obras las expuestas y vale la pena darle su precisa atención a cada una y a cada sala como conjunto. Y si no pueden ir, acá les dejamos la versión digital del librillo por el Museo sobre la exposición.
(en)clave MASCULINO, colección MNBA
Curadora: Gloria Cortés
Del 20 de enero de 2016 al 12 de marzo de 2017.
Museo Nacional de Bellas Artes
Parque Forestal s/n, Santiago.
De martes a sábado, de 10 a 18.45 horas.
Entrada liberada.